Había una vez un hombre al que llamaban el orang kakiayam.
Andaba descalzo por los arrozales perplejo de cómo crecía el arroz a cada paso que daba. Antes de levantar el pie recitaba el Surat alfatiha completo para empezar a hacer algo, cuando empezaba a levantar el talón agradecía a Dios y a sus padres el regalo de la vida y del movimiento, antes de levantar los dedos del pie y ante el temor de salir volando recitaba el Surat al Kudsi y ya con el pie en el espacio recordaba el Miraje y se complacía en el trote del buraq de crines de aguamarina y piedra de luna y sudor de perlas de almizcle.
Cuando el pie empezaba a tocar lentamente el suelo de nuevo le daba gracias a Dios y se preguntaba qué sucedería en el próximo paso.
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